Quedamos en la librería, le dije, y me puse a esperar recorriendo las estanterías. Pensé que me había equivocado, le había comprado este libro por su cumple y he acabado leyéndolo yo primero (es corto, se lee rápido). Me dí cuenta de que la memoria me había fallado, confundí Federico Moccia con Paolo Giordano, del primero me había leído un libro horrible (A tres metros sobre el cielo), libro que sin embargo regalé a la hija adolescente de una prima; del segundo un libro que me llegó al alma y que recomiendo encarecidamente (La soledad de los números primos).
Ahora que lo he leído sé que he acertado, no se parece en nada al libro que tenía como referencia de este autor, y me alegro. Está escrito desde el corazón y eso dice mucho. Habla de un paseo que Federico se imagina que disfruta con su padre (ya fallecido), y sé que le gustará por eso, por todo lo que le dice a su padre y que le gustaría haberle dicho.
"Ahora me observa serio, con una sonrisa disgustada pero sereno. Y yo permanezco en silencio por unos instantes. Después, decido abrirme, hablarle.
- Me siento traicionado por la vida. No debería transcurrir así. No sin darme el tiempo que necesito..., para tí, para mí, para poder seguir hablándote...
Él sonríe y me apoya una mano en el hombro.
-¿Qué más querías decirme? No siempre es preciso hablar para decir algo. Y tú me has dicho muchas cosas...
- Sí, lo sé. Pero me gustaría no tener dudas."
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domingo, 5 de diciembre de 2010
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